El caso de Geo González y Reyna Haydee
Periodistas de distintas generaciones convergen en las plataformas digitales para seguir contando historias sobre violaciones a derechos humanos. Los testimonios de Geo González y Reyna Haydée son un ejemplo de cómo el periodismo en las redes sociales puede potencializar la construcción ciudadanía a través de nuevas narrativas sobre protesta social y resistencia.
Las plataformas de redes sociales son un nuevo espacio para ejercer la libertad de expresión y un lugar donde periodistas convergen con la intención de comunicar y contar historias de quienes enfrentan estructuras de desigualdad y discriminación. En estos espacios, el periodismo retoma y narra historias de protestas y resistencia de personas, colectivos y organizaciones que luchan contra la impunidad y denuncian mejores condiciones.
Tal es el caso de Geo González, periodista trans y freelance en Agencia Presentes, que considera relevante las conversaciones del entorno digital ya que es una oportunidad para seguir contando historias de las que pocas veces se escribe: “El periodismo puede cambiar y puede mejorar para bien, para contar mejor las historias, pero también para visibilizar las urgencias que también me atraviesan”.
Las redes sociales también son una herramienta que impulsa temas que permanecen al margen de narrativas convencionales. Sin embargo, esto no las excluye de ser espacios donde acontecen actos de violencia y acoso contra grupos vulnerables, como el caso de periodistas y activistas de derechos humanos.
Reyna Haydée, periodista freelance en Pie de Página, enfrentó violencia digital, principalmente acoso, en su cuenta personal de Twitter. Lo anterior sucedió después de una conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, donde la periodista preguntó sobre la huelga de Notimex. El acoso y las agresiones digitales escalaron a tal grado que fue necesario presentar una denuncia ante la Fiscalía General de la República.
“Muchas personas me buscaron para agredirme. En una semana recibí miles de mensajes de ataques en mis redes. Gente desconocida, sin rostro, sin cara, la mayoría eran cuentas nuevas con el mismo estilo de mensajes de odio”, señaló.
En el caso de Geo, el acoso digital comenzó después de que se replicó una entrevista que le realizó la agencia AJ+ sobre las infancias trans y la importancia de respetar los pronombres de las identidades de género.
“No sé cuántas cuentas bloquee y cuántos tuits reporté. Todos los comentarios iban directamente a atacar mi identidad de género”, detalló González.
La violencia digital tiene impactos no solo en el espacio digital, también atraviesa el cuerpo y las emociones de quienes reciben estos mensajes. En estos contextos, bloquear o reportar contenidos violentos ya no es suficiente. Como parte de sus medidas de cuidado en línea, Geo decidió restringir la interacción de su cuenta para decidir con qué usuarios conversar y con cuáles no. Reyna, por su parte, tomó un taller de seguridad digital y posteriormente denunció la violencia digital ante las autoridades.
Estos protocolos de cuidados y autocuidados les ayudaron a continuar con su compromiso periodístico para visibilizar las historias de protesta e injusticia social en los entornos digitales. Para Reyna, “las redes ayudan mucho a los medios de comunicación para poner el foco sobre ciertos temas”.
Los testimonios de Geo y Reyna dejan a la luz tanto las potencialidades del periodismo en los entornos digitales, como los retos a los que se enfrentan por los riesgos y vulnerabilidades que se viven en lo digital. En esta encrucijada, el periodismo es una herramienta para construir ciudadanía y ayudar en la lucha por los derechos humanos.